¿Qué es la visión periférica y por qué es tan importante?
El campo visual se compone de la visión central y la visión periférica. Ambos deben funcionar bien e integrarse de forma correcta en el cerebro para poder percibir toda la información disponible del entorno. En casos de visión periférica borrosa, además de perder agudeza visual pueden aparecer otros síntomas.
¿Qué es la visión periférica?
Cuando enfocamos un objeto, aplicamos la visión central en un ángulo de unos 30º. Dentro de esa zona percibimos los detalles finos de los otros objetos que se encuentran a profundidad similar. En el resto del campo visual, que puede llegar a alcanzar un total de 180º, vemos de otra manera: con menos detalle, pero siendo más sensibles a los cambios de luz y al movimiento. Esta forma de ver fuera de donde estamos enfocando es lo que se conoce como visión periférica.
¿Por qué debemos gozar de una buena visión periférica?
Cuando un jugador de baloncesto se encuentra jugando un partido no mira a sus compañeros sino a la pelota, pero sabe dónde se encuentran colocados y en qué posición. En otros deportes también se necesita una buena visión periférica.
Pero, si pensamos que la visión central es solo una quinta o sexta parte del campo visual y que el resto es visión periférica, nos hacemos una mayor idea de su importancia. Imagina vivir con visión en túnel, sin ser capaz de captar más que lo que tenemos enfrente, ni muy arriba ni muy abajo salvo que volteemos la cabeza. Asusta, ¿verdad? El riesgo de caerse se multiplica y no solo por lo que no vemos, sino porque las visiones central y periférica deben integrarse bien en el cerebro para apoyar al sistema vestibular del oído, que es el responsable de que mantengamos el equilibrio.
La visión periférica es fundamental a la hora de conducir un vehículo, pues necesitas ser muy consciente del entorno. Además, si gozas de buena visión periférica podrás leer de forma mucho más rápida, lo que repercute en tu capacidad lectora, y en el aprendizaje en el caso de los niños.
Por último, la pérdida de visión periférica repentina puede ser síntoma de una enfermedad grave, como un tumor o un desprendimiento parcial de retina.
Ejercicios para entrenar la visión periférica
Tener una visión periférica con poca agudeza visual nos obliga a vivir con una sensación similar a la que experimentan quienes usan lentes progresivas por primera vez en su vida. Lo pasan mal, aunque suelen terminar adaptándose. Tú también puedes adaptarte si no te queda otro remedio, pero si usas gafas o lentillas y tu visión periférica no es buena, ten en cuenta que tu campo de visión útil se va a ver muy reducido. La otra opción a la adaptación es intentar recuperar parte de la visión periférica perdida, cuando es posible, mediante la realización de una serie de ejercicios oculares. ¿Cuáles son estos ejercicios? He aquí los más habituales:
- Observar un punto fijo. Marca con un lápiz un punto en un texto y míralo fijamente. Intenta leer las palabras situadas alrededor, empezando por las más cercanas. Con el tiempo y la práctica, podrás leer palabras situadas más lejos. Para no falsear el entrenamiento, elige un texto diferente cada día, intentando que el tamaño de la fuente y el espaciado de los reglones sea similar.
- Camina en una calle muy transitada, sin preocuparte demasiado por si vas a chocar con la gente. Te darás cuenta de que no se producen esos choques salvo que padezcas alguna enfermedad de base, y que cada semana te vas percatando de más detalles y no solo de esas personas a las que vas intentando esquivar.
- Practica la lectura piramidal para lograr leer a mayor velocidad. Lee cada línea desde la segunda o tercera palabra y cambia de línea al llegar a la antepenúltima o a la penúltima.
Trastornos y dolencias relacionadas
Hay enfermedades que se detectan por una pérdida de la visión periférica y otras que son consecuencia de ella.
Dolores de cabeza
La relación entre pérdida de visión periférica y dolor de cabeza tiene un nombre que todos conocemos: migraña. La migraña con aura o migraña visual siempre se anuncia con la pérdida de la visión periférica de un ojo. Aunque existe el caso contrario: el de esas personas que estrenan lentillas o gafas progresivas y, los días que tardan en adaptarse a ellas, terminan la jornada con dolor de cabeza y sensación de mareos.
Visión periférica borrosa
Es el síntoma principal de la merma en la visión periférica, pero no el único. Si la visión se muestra en túnel, la causa podría ser una intoxicación, una crisis nerviosa intensa o, si no remite, un daño irreversible originado por el glaucoma.
Otras enfermedades de la visión pueden alterar la visión periférica de manera que deje de percibirse información de fuera de la visión central, o que el ángulo de la visión periférica se vaya haciendo cada vez menos en cuestión de unos meses. Suelen ser enfermedades degenerativas de la vista, aunque en ocasiones se puede ralentizar su avance.
Mareos
Cuando la visión periférica ofrece información deficiente, el cerebro se encuentra a un problema. La consecuencia es que no puede calcular bien las profundidades y, en ocasiones, esto interfiere con el manejo de la información recibida por el sistema vestibular, dando como resultado mareos o, incluso, algún síndrome vertiginoso.
Cataratas
Las cataratas pueden ir formándose de manera uniforme o comenzar por una zona, a partir de la cual se van extendiendo con el tiempo. La pérdida de visión periférica en edades avanzadas puede ser un indicio de una catarata incipiente.
Desprendimientos de retina
Cuando el desprendimiento de retina es parcial, a veces solo se percibe que, de repente, hemos perdido visión periférica en uno de los ojos, el afectado por el desprendimiento. Tanto si hemos sufrido un traumatismo reciente como si no, siempre que la visión periférica se vea comprometida de repente y no se haya descartado que se deba a una crisis migrañosa, se debe acudir al médico cuanto antes, incluso al servicio de urgencias.
La visión periférica puede estar más o menos desarrollada en personas que gozan de buena agudeza visual, dependiendo de sus costumbres. Pero, cuando se ve muy limitada o aparecen zonas borrosas de repente, se debe acudir al médico sin demora. En el mejor de los casos, se tratará de una migraña con aura, pero también puede ser el aviso de algo que, de no tratarse a tiempo con una cirugía, ponga en peligro nuestra visión en uno o ambos ojos. Por desgracia, en algunas ocasiones será la manifestación de un daño irreparable en el nervio óptico.