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¿La calidad del aire afecta la salud de tus ojos?

Habitualmente, se relaciona la contaminación ambiental con las afecciones respiratorias. Es común hablar de asma, neumonía, gripe, alergia y bronquitis como efectos de la mala calidad del aire. Sin embargo, los ojos también se ven afectados por esta situación.

Calidad del aire: salud de tus ojos

Cuando estás en un ambiente lleno de partículas de esmog o de otro tipo, notas una serie de manifestaciones molestas. Los primeros síntomas son irritativos. Incluyen enrojecimiento e inflamaciones oculares que pueden agravar otras dolencias de la vista.

La conjuntiva se irrita porque es la membrana externa del globo ocular. Y funciona como una especie de escudo protector. Por lo tanto, es la que está en contacto directo con los distintos contaminantes que se encuentran presentes en la atmósfera.

Por ejemplo, el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno que generan los vehículos. O el humo del cigarrillo y otras sustancias tóxicas que emiten las fábricas e industrias, las cuales se dispersan por condiciones climáticas como el viento o la lluvia.

Efectos de la contaminación en la visión

Los problemas visuales causados por la polución varían dependiendo del grado de exposición que tengas a diario. Van desde leves o casi nulos hasta moderados y severos. Pero también influye si eres o no una persona sana desde el punto de vista oftalmológico.

Si sufres de alergias oculares, resequedad, te han hecho un trasplante de córnea o tienes alguna enfermedad tiroidea o autoinmunitaria, notarás más el impacto sobre los ojos. Por el contrario, ¿no padeces ninguna patología? Es probable que no te cause tanto daño.

Las personas que habitan en lugares de mucho tráfico vehicular o cerca de áreas industriales, son propensas a desarrollar afecciones degenerativas. Esto se debe a que están expuestas constantemente a altos niveles de gases nocivos para la salud visual y en general.

El tabaquismo también eleva el riesgo de este tipo de dolencias por el daño oxidativo que ocasiona, el cual degenera el tejido ocular. Por tal motivo, es importante no menospreciar las condiciones del entorno y tomar medidas para proteger tu visión.

Degeneración macular

Esta enfermedad es una de las principales causas de pérdida total de la visión. Según una investigación reciente realizada por la Academia Americana de Oftalmología, vivir en un sitio contaminado incrementa 8% más las probabilidades de desarrollarla.

No se sabe con exactitud cuál es la razón, pero se presume que ocurre debido a que aumentan las respuestas inflamatorias. Y, por lo tanto, el riesgo de deterioro de las células de la mácula. Es decir, la parte central de la retina responsable de distinguir las imágenes en detalle.

El signo más común de este trastorno es la visión borrosa o distorsionada en uno o en ambos órganos. Pero esto es al principio, por lo que algunas personas no notan cambios significativos en las primeras fases. Sin embargo, esta enfermedad tiende a agravarse poco a poco.

Eso dificulta actividades como la lectura, conducir un automóvil o reconocer un rostro. Si bien, no siempre es posible alejarse de esos ambientes, algunos cambios en el estilo de vida ayudan a no enfermar. Por ejemplo, dejar de fumar y mantener una dieta alimentaria saludable.

Síndrome del ojo seco

La exposición por períodos cortos o prolongados a sustancias contaminantes, desencadena muchas veces esta condición. El síndrome del ojo seco se trata de una afección de la película lagrimal que impide la lubricación adecuada. Ya sea por deficiencia de lágrimas o excesiva evaporación.

La sintomatología incluye: sensación de cuerpo extraño, cansancio al final del día, comezón, enrojecimiento, sensibilidad a la luz y, en algunos casos, lagrimeo constante. Si ya presentas este síndrome, seguro se agravan las molestias.

Esto sucede porque las partículas que se desplazan por el aire afectan ese segmento, el cual recubre la córnea y la conjuntiva. Especialmente, la capa oleosa, que es la más superficial de las tres que posee, y la encargada de mantener el ojo húmedo.

Cuando se ve afectada, se degrada la calidad y estabilización de la lágrima. En consecuencia, se produce la resequedad e inflamación ocular. Muchos de estos problemas se arreglan con gotas lubricantes, pero siempre deben ser recetadas por un especialista en salud visual.

Alergias oculares persistentes

La contaminación atmosférica es capaz de provocar también alergias oculares recurrentes. El diésel emitido por los autos, motos y buses, causa ojos rojos, picor, hinchazón de párpados, secreción, visión borrosa, entre otras cosas.

Estos síntomas, vinculados con la conjuntivitis alérgica, a menudo se acompañan de molestias en la nariz como goteo nasal y estornudos. No obstante, varían dependiendo de la persona afectada, por lo que es necesario un buen diagnóstico.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aire tóxico aumenta la capacidad del polen de las plantas de producir alergias. Y el cambio climático está contribuyendo con esa situación, al alterar la polinización de muchas especies vegetales.

Para reducir las posibilidades de una reacción de ese tipo, debes identificar los alérgenos que te hacen daño, y mantenerte lejos de ellos. De no ser posible, consulta con un oftalmólogo para que te indique algún tratamiento con antihistamínicos o gotas oftálmicas.

El pterigión o crecimiento inusual de la conjuntiva

Aunque no se le puede atribuir el 100% del problema, tiene relación con la calidad del aire. La polución, la resequedad y el sol, engrosan la mucosa que cubre la superficie blanca del ojo. Ese crecimiento anormal del tejido ocular es lo que se conoce como pterigión.

Se percibe como una carnosidad rojiza con tendencia a extenderse desde el lagrimal hasta la parte central de la córnea. En ocasiones aparece también en el lado externo. Cuando es muy pequeña, generalmente es asintomática, pero tiende a crecer.

Las más grandes provocan enrojecimiento, sensación de tener algo en el interior y lagrimeo. Incluso, hay casos en que abarca una gran extensión, por lo que reduce la visión. Cuando es así es posible que amerite una intervención quirúrgica.

Esta condición oftalmológica es habitual en personas que trabajan en espacios abiertos y se sobreexponen a los rayos ultravioletas. O por cualquiera que sea la causa, están expuestas a factores irritantes como el polvo, el aserrín y la contaminación ambiental.

La blefaritis o inflamación de los párpados

Del mismo modo, la acumulación de sustancias dañinas en el ambiente inflama los bordes de los párpados. Si se enrojecen, arden o duelen, es posible que se trate de una blefaritis, como se le denomina a este trastorno ocular.

También puedes presentar escamas o costras similares a la caspa en la base de las pestañas y mucha sequedad. Por lo general, esta enfermedad de la vista afecta a los dos ojos y es crónica. Esto significa que no se trata fácilmente.

Su aparición se debe a la obstrucción de las glándulas sebáceas localizadas cerca de la raíz pilosa, lo cual causa irritación y enrojecimiento. Además de incómoda, es antiestética, pero no resulta contagiosa ni genera daños persistentes.

Para disminuir las molestias, es importante mantener el área palpebral limpia. Lavarse bien las pestañas, la piel, el cuero cabelludo y las cejas ayuda a eliminar los agentes infecciosos. De ser necesario, el médico podría recetar gotas con antibióticos.

Conjuntivitis irritativa

Este es otro problema causado por el enrarecimiento del aire. La concentración elevada de humo, compuestos químicos industriales y el polvo, contribuyen con su aparición de forma repetida. Se ve, sobre todo, en las ciudades muy pobladas.

Esas materias, muchas veces imperceptibles, hacen que se inflame la conjuntiva y la parte interna de los párpados. Como consecuencia, los ojos se irritan y la superficie blanca toma un color entre rosado y rojo. Además, produce secreción mucosa e intensidad de lágrimas.

Al exponerte durante mucho tiempo a esos contaminantes atmosféricos, te arriesgas a desarrollar una conjuntivitis alérgica, causada por factores irritantes. La forma de controlarla es evitando aquello que provoca esta enfermedad de la vista.

Las gotas humectantes alivian la irritación por sequedad, pero antes de usarlas, debes consultar a un médico. No es bueno automedicarse.

¿Cómo proteger tu vista de la polución del aire?

Si bien no podemos estar todo el tiempo en sitios llenos de naturaleza, hay varias cosas que ayudan a prevenir los efectos perjudiciales en la visión. Entre ellas, utilizar gafas protectoras que cubran bien los laterales, como las que usan ciertos trabajadores.

Las oscuras o con filtros de color amarillo ayudan a que el aire no entre de forma directa a los ojos. También puedes colocarte algún lubricante adecuado para ti, obviamente indicado por el especialista, para mantener la superficie ocular lo suficientemente húmeda.

Otro hábito saludable es ingerir abundante agua para mejorar la lubricación natural. Asimismo, es fundamental mantener las manos limpias y evitar frotarse constantemente los párpados. Cuando lo haces, ocasionas mayor irritación e incomodidad, además de que los contaminas.

Una buena alimentación que incluya ácidos grasos tipo Omega 3, evitar el sol directo y la exposición a sustancias dañinas, dan buenos resultados. Si presentas alguna sintomatología, lo conveniente es consultar a tiempo al oftalmólogo para que te diagnostique y trate rápido.


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